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Sara Leukos-Memoria -Territorio -Derechos Humanos

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En el compromiso de trabajo desde la vida, en la memoria política de los pueblos, nos une la amistad política y la defensa del territorio


Esta revuelta es en serio

Publicado en 7 Mayo 2014, 02:03am

Esta revuelta es en serio

Por: Manuel Humberto Restrepo Domínguez

En Colombia se presentan hoy dos escenarios fundamentales en la búsqueda de solución al conflicto social y armado. De una parte una mesa de conversaciones en la Habana en la que se negocia la Paz en medio de la guerra y, del otro lado una negociación del conflicto social en medio de un Paro nacional agropecuario, Étnico y Popular. Los actores parecen estar completos pero no la coincidencia de propósitos. De un lado el Estado que ha dado muestras reiteradas de no estar dispuesto a poner en discusión ni la democracia, ni el modelo de economía, porque su sostén es la democracia de mercado. Del otro lado en líneas paralelas pero con diferencias en sus metodologías de acción, aparecen la movilización popular y la insurgencia armada, que al converger en sus agendas políticas y sociales potencian el alcance y capacidad para modificar las estructuras del Estado, las dinámicas del poder y los modos de organización de la convivencia política, económica y social.

Los hechos de la movilización social muestran un carácter de lucha transversal cada vez mas profunda, mas clara y menos coyuntural. El gobierno y en general el Estado a través de las voces de los poderes públicos y sus instancias institucionales, se mantiene estable en su arrogancia y su falta de capacidad real para dar respuesta a los problemas lo lleva a ratificar la política de guerra como la herramienta privilegiada de solución. La revuelta es en cambio intermitente, crece y avanza, acumula, aprende y reinicia su andar. Es una revuelta en curso y en serio, promovida por la desigualdad y la exclusión provocada por el Estado cada día mas comprometido con el capital y mas distante de sus habitantes, cada vez mas del mercado y menos de la democracia. La revuelta ha venido agrupándose en una unidad de propósitos de transformación que fácilmente pueden convertir la protesta en una insurrección desarmada, que complete la agenda de resolución a fondo del conflicto social y armado.

En la presente coyuntura electoral la movilización social vuelve a ocupar las calles y las carreteras ejerciendo su poder mientras el Estado cierra filas en torno a una sola agenda: Perpetuar el control del Estado en manos de la clase social que ha gobernado por cerca de dos siglos, mediante medio centenar de presidentes entre civiles y militares al servicio de la misma clase. Para la clase en el poder importa poco si se reelige al presidente o se elige otro en todo caso del mismo seno del poder tradicional e intolerante, lo importante es garantizar la continuidad de las políticas vigentes orientadas a culminar el desmonte de lo publico y el ajuste estructural en detrimento de derechos y riquezas sociales, en buena medida retardado por las movilizaciones sociales y la acción insurgente, que justamente son contrarias al interés de la clase en el poder.

Un buen indicador de que hay una revuelta en serio, lo constituye la conmemoración del primero de mayo, en el que coincidieron trabajadores, campesinos y otros sectores sociales, trayendo la memoria de las luchas por derechos asociados al trabajo, ratificadas en las calles en 1886 en defensa de una justa jornada de trabajo calificada entonces por los gobernantes de Chicago, como una “lucha indignante e irrespetuosa” y descalificada como “un delirio de lunáticos poco patriotas”. En Colombia las protestas y conmemoraciones de los “los derechos de los otros”, los excluidos, son calificadas como acciones de “vándalos infiltrados por terroristas” y llamados a no usar la violencia, para legitimar el uso de la violencia, aunque quien la recibe con encarcelamientos y muerte siempre aparece del lado de los que protestan, no del lado de los patronos o del Estado.

El primero de Mayo se recordaron en el mundo los no menos de 30 millones de personas sometidas a esclavitud aplicada por exitosas empresas, de ellos, la tercera parte niños tratados como objetos sin habla, sin voluntad y, que otros cientos de millones carecen de alimentos, agua, o garantías para acceder siquiera por una sola vez en su vida a una cita medica, ocupar una silla universitaria o tener un empleo conforme a los derechos ganados. Se recordó que la prosperidad y las incontables ganancias privadas tienen manchas de sangre, de muerte. Que la economía crece pero no hay redistribución, que hay gente que muere por enfermedades curables, por falta de agua y comida. Que las comunidades afro apenas sobreviven sobre montañas de oro y otras riquezas y realizan jornadas de esclavitud igual que en algunos sectores agrícolas y mineros, que los indígenas guardianes de la tierra están acorralados por fusiles y trasnacionales y, los campesinos y mineros son negados como parte de una historia que se construye alrededor de la tierra y sus riquezas.

La revuelta de gentes excluidas y negadas, tratadas como mercancías de poco valor, desechables, asesinables, trae en el presente de unidad una proclama publicada en Chicago el 2 de mayo un de 1886 anunciando a los trabajadores que: “…la guerra de clases ha comenzado…. Ayer, frente a la fábrica McCormik, se fusiló a los obreros… los trabajadores no son un rebaño de carneros…. Es preferible la muerte que la miseria… Ayer, las mujeres y los hijos de los pobres lloraban a sus maridos y a sus padres fusilados, en tanto que en los palacios de los ricos se llenaban vasos de vino costosos y se bebía a la salud de los bandidos del orden...

Este primero de mayo la revuelta se multiplicó por tres. Los trabajadores repitiendo que es preferible la muerte a la miseria; Los campesinos reclamando que no son ovejas, si no humanos que merecen ser respetados y; Las voces indignadas y espontaneas de estudiantes, gentes humildes y clases medias, que en varias ciudades hicieron sonar el primer gran cacerolazo, como señal de compromiso con estas luchas que asumen la defensa de la tierra, el agua, los alimentos, la riqueza mineral y sobre todo la dignidad de un pueblo. Campesinos, Trabajadores y Sectores Sociales excluidos avanzan como voceros legítimos en las calles y carreteras poniendo en discusión la democracia, forjando las bases para un gobierno propio, diseñando otra economía sin despojadores ni despojados, y apostando por crear otra justicia, como lo han hecho las mujeres indígenas de Bolivia que con sombrero y pollera equivalentes a la ruana y el bastón de mando asumieron la presidencia de las altas cortes.

Nota del blog: Maestría en Derechos Humanos Facultad de Derecho y Ciencias Sociales UNIVERSIDAD PEDAGOGICA Y TECNOLOGICA DE COLOMBIA 

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